El Señor - pasado a retiro - Valdés cree que un estado de emergencia intimidará a la población.
El otrora combativo Humala piensa que una enésima traición puede desmoralizarnos.
El almirante Giampietri, a coro con ese dilapidador del apellido Mariátegui, está seguro que llamándonos terrucos nos va a atemorizar.
Se equivocan. Solo ven la realidad a través los cristales del centro comercial, desde la soberbia que te da vivir en una burbuja de obras faraónicas sobrevaluadas, con la cuenta secreta en Suiza, la mesa siempre servida y el discurso complaciente.
No es la primera vez que decretan estado de sitio porque simplemente una región decide luchar por su derecho a vivir en paz, sin trocar lagunas por tajos. Tampoco es la primera vez que el que llega al poder con los votos del pueblo, termina gobernando con y para los usurpadores de sus sueños.
Desde hace cinco siglos nos llaman salvajes, terrucos, abigeos, invasores, bárbaros. Son los mismos que tienen por costumbre matar, violar, torturar, expropiar; siempre en nombre de la nación.
Desde los tiempos de los fundadores del Club Nacional que la reacción reprime y sigue reprimiendo la protesta popular. Y desde los tiempos de nuestros abuelos no hacemos nada mas que resistir: resistiremos, para que los hijos de nuestros hijos todavía puedan preguntar y saber quienes se quisieron robar lagunas para convertirlas en desmonte, de la misma forma que aprendimos quién asesinó en Rancas, Malpaso, Bagua, quién traicionó a los montoneros, o quién fue el que hablaba de antimperialismo para veinte años después cenar con el torturador de sus compañeros.
Cuando se escriba la historia nacional de la traición, los nombres de estos traidores estarán grabados en la sección de tontos útiles, de proactivos aduladores del saqueo de nuestros recursos, de los Felipillos de todas las épocas. Cuando se escriba la verdadera historia del Perú, el nombre de los pueblos de Cajamarca que hoy todavía luchan, cantan, sueñan y esperan, lucirán orgullosos junto a los de Tinta, Andahuaylas, Huaraz, llenos de dignidad.
Cuando se escriba la historia nacional de la traición, los nombres de estos traidores estarán grabados en la sección de tontos útiles, de proactivos aduladores del saqueo de nuestros recursos, de los Felipillos de todas las épocas. Cuando se escriba la verdadera historia del Perú, el nombre de los pueblos de Cajamarca que hoy todavía luchan, cantan, sueñan y esperan, lucirán orgullosos junto a los de Tinta, Andahuaylas, Huaraz, llenos de dignidad.