Rubén Blades - Plástico
Aparentando lo que no son
viviendo en un mundo de pura ilusión
diciendo a su hijo de cinco años:
"No juegues con niños de color extraño"
ahogados en deudas para mantener
su status status social en boda o coctél

Ella transcurre en un cubículo, actualizar su facebox, fumar porritos regalados, moshear en su metro cuadrado, pegarse un polvo casual, odiar al mundo, y tomar merlot de $150, aunque gane apenas $700 al mes.
Se proclama socialista-capitalista, ciudadana del mundo, y le fascina Ripley.
El es un adicto al metal : fanáticamente recorre el tercer mundo gastando sus ahorros, siguiendo a viejos adictos, rehabilitados en decadencia perpetua. Mientras, a duras penas, puede pagar la pensión del hijo que concibío en una noche de cocaína.
Las neuronas que conservaban sus pueriles deseos de desenterrar el pasado, han fallecido, penosamente calcinadas.
Ella y él se juntan, cada quince días hacen el amor, en casas de citas.
El quiere terminar rápido, ella mira al techo.
Y ambos, desnudos, no son otra cosa que monigotes de cartón piedra.