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27.3.10

Los poemas suelen ser papel mojado





Con ríos
con sangre
con lluvia o rocío
con semen con vino
con nieve con llanto
los poemas suelen
ser papel mojado.

Papel Mojado - Mario Benedetti






Éramos una fratia refugiada en las alturas del Perú cuando Aníbal, el mas sabio de todos, nos enseñó uno de sus tesoros sonoros mejor guardados: fue entonces que el ambiente se llenó de la voz más hermosa con las palabras mas prístinas.

- ¿Quién canta?- preguntó con desdén uno de nosotros.

- Es Tania Libertad cantando poemas de Benedetti.

- ¿quiénes son esos? ¡qué profundo! - replicó con falsa ironía.

Fue entonces que Aníbal, rojo de ira respondió:

- ¿ No sabes quiénes son, ignorante de mierda?

Tuvimos que calmar al buen Ánibal, comprendiendo su indignación, mientras explicábamos al desubicado amigo la tontería que había espetado. Después continuamos en ese placer para los sentidos que fue escuchar a La Libertad cantando los versos del hoy inmortal Mario.

Tania Libertad ha regresado al Perú, para dar recitales en Lima y en las Tumbas reales del Señor de Sipán, en su Lambayeque natal. El recital en Lima fue de un lleno total, con ovación de pie, como una forma de bienvenida a una hija pródiga que hace treinta años marchó a México para ser la maravillosa artista que es, a despecho de sus críticos, que como el irónico amigo de la anécdota, no le perdonan ni el éxito obtenido ni su constante compromiso por la justicia social y el canto con sentido.


28.4.09

Especialmente en abril


Especialmente en abril

la razón se indisciplina
y como una serpentina
se enmaraña por ahí.

Joan Manuel Serrat - Especialmente en Abril



Cuando todo parecía obscuro, ella llegó descalza a su vida, para cambiarle el tono gris a un año de mierda, marcado en piel por el desamor, como hierro caliente.

Especialmente en abril, se juntaron melodías con poesía, sonrisas renacidas, pensamientos al unísono, telepatía del corazón, locuras de otro color: era la muchacha de hojas de hierba que acudía a su encuentro, caprichoso azar mediante.

Nunca Serrat se escuchó tan claro como en esas madrugadas de abril.

Acuérdate de abril, recuerda - le decía ella.

Ahora, 12 meses después de aquél mes incierto, al hombre del saco color lomo de rata solamente le queda el recuerdo de los ojos verdes más hermosos que jamás vió.



Joan Manuel Serrat - Especialmente en abril

4.4.09

Entre esos tipos y yó

Rodeados de protocolo, comitiva y seguridad,
viajan de incógnito en autos blindados
a sembrar calumnias, a mentir con naturalidad,
a colgar en las escuelas su retrato.
Joan Manuel Serrat - Algo personal


Mi repudio total...

A quien hurta del corazón el latir.
A quien oprime conciencias con fusil.
A quien engaña de una forma sutil.
Al cruel, traidor, vil, rastrero, pérfido.
Al asesino, psicópata, ruin, ignominioso.
Al fatuo, veleidoso, inconsciente, vacío.
Al mentiroso, hipócrita, falaz, ofidio.
Al tibio, medio tibio, no caliente.
Al cobarde, avergonzado, impotente.
Al acaparador, estafador, especulador.
Al tirano, dictador, señor feudal.
A todos aquellos que matan,
cada día, a mis amigos, mis hermanos, los demás.

En fin, todo mi desprecio a quien corresponda, con imperiosa necesidad.


Joan Manuel Serrat - Algo personal

20.1.09

En un rincón, en un papel ...


Son aquellas pequeñas cosas,
que nos dejó un tiempo de rosas
en un rincón,
en un papel
o en un cajón.

Joan Manuel Serrat - Aquellas Pequeñas cosas



Era un día en que el destino lo colocó, frente a frente, con El callejón de los milagros, dejándose atrapar por la cadencia de Midaq, ubicada en el corazón de El Cairo, hechura de espectros fatimíes y mamelucos Otomanos que aún transitan sus caminos empedrados, aunque tan sólo Dios y los arqueólogos - aquellos seres prolongadores del pasado - saben a ciencia incierta en qué momento fué colocado el primer adobe de tal patrimonio de la humanidad.

Era el mismo día en que sus ojos desempolvaron un libro añoso -La naúsea- del cual guardaba especial afecto, más allá de las cavilaciones del buen Rotenquin. Las causas eran estrictamente personales: aquellas páginas fueron avidamente devoradas tiempo atrás, en medio de amplias tertulias, donde se mezclaban emociones y pensamientos de dudosos ribetes filosóficos con contemplaciones y recuerdos que hoy se vestían de ténue gris.

Cogío el libro, lo tomó con cariño, posó la rugosa palma de su mano en las hojas, envidiando en secreto a ese ejemplar, privilegiado sobre otros seres, animados e inertes. En medio de esas hojas se encontró con papelitos arrancados de cualquier libreta de campo, escritos a mano alzada, con logradas traducciones de un portugués masticado; cerró los ojos para tratar de recordar cuándo demonios olvidó aquella lengua extranjera, mas sonrió al recordar que nunca lo había aprendido, que no era su caligrafía y que de esos tiempos, no quedaban bucles, retratos ni pañuelos, sólo fallidas cartas de lo que alguna vez, en tiempos inmemoriables, llamó amor.

Serrat - Aquellas Pequeñas cosas


8.11.08

Si algún día después de amar, amé.


No hay nada más bello

que lo que nunca he tenido.
Nada más amado
que lo que perdí.
Lucía - Joan Manuel Serrat




Los ciudadanos grises escuchaban en abrazo fundido, bellas melodías de trovadores errantes, epístolas para los poetas que vendrán a reinventar canciones, a recrear sentimientos. En medio de esa íntima tertulia, una canción tocó las puertas del corazón de la hermosa muchacha de ojos verdes como las algas marinas.

Era una tonada teñida de melancolía, que hablaba del amor que perdura mucho tiempo, más allá del lapso en que los cuerpos que originaron ese sentimiento permanecieron juntos. Esa simple canción versaba sobre un amor que permitía mantener el fuego interno en los corazones de los amantes, para poder sobrellevar el crudo invierno del adios.

- ¿Es posible amar así, que te amen así? - preguntó ella.

El la miró a los ojos, logrando una perfecta conjunción entre sus pupilas y las de ella. Para luego sonreir y besarla, demostrándole a esa clara muchacha que el amor se disfruta más cuando viene de sorpresa, inesperado, caprichoso.


Lucía - Joan Manuel Serrat

24.10.08

No hasta dos o hasta diez


Pero hagamos un trato
nada definitivo
yo quisiera contar
con usted es tan lindo
saber que usted existe
uno se siente vivo.

Mario Benedetti - Hagamos un trato






- No me gusta sentirte triste, lo sabes, ¿verdad? - dijo ella.

- Necesito tu sonrisa para sonreir - dijo el.

Ella sonrío, y su risa paso a través del auricular como una descarga eléctrica hasta aquel hombre, nutriendo sus sentidos y sus afectos como dulce savia.

- Eres el bálsamo que alivia mis penas- le susurró él.

- ¡Eres un exagerado!, como si fuera la primavera - exclamó ella, mientras se ruborizaba, dejando un discreto color carmesí en sus mejillas.

- ¿Qué pasará cuando me tengas cerca?-

- Te daré un beso en el alma-

- Y yó, abrazos sin tiempo-

Entre ambos personajes, habitantes confesos de esa ciudad gris, existía una relación sin artificios gramaticales. Simplemente las penas les parecían mínimas y sus corazones esbozaban una sonrisa, cuando sus almas se encontraban, caprichoso azar mediante.

Joan Manuel Serrat - Hagamos un trato


2.8.08

Y te irás sin un reproche



Y volverás la cabeza
y me dirás con tristeza "Adiós"
desde la esquina
y luego te irás corriendo,
la noche te irá envolviendo
en su oscura neblina.
Joan Manuel Serrat - Poco antes de que den las diez




Los amantes aún reposaban del buen amor apenas cubiertos por sus ropas desordenadas, en el viejo sillón de cuero, ante la atenta mirada del perro ciego que los alertaba de algún fisgón o visita inoportuna.

Ella había llegado muy temprano, casi las ocho de la mañana, en teoría, por solo quince minutos de charla, recoger un libro y un consejo; pero la pasión aún era demasiado fuerte: solo el roce de las manos fué chispa suficiente para que los besos llegaran, las ropas se retiren y los sabores de sus cuerpos se mezclen en armonía, en lento fuego clandestino.

Así pasaron horas: comieron lasagna del mismo plato, vieron la novela de las dos de la tarde, jugaron con la vieja polaroid, soñaron con escapar a cualquier lugar (de preferencia, Italia) , bailaban pegados, ella subida en sus pies, él oteando sus rizos, antes de refugiarse nuevamente en el arte del buen amor, sin importar que a la vez se les muriera el alma.

Después de un pequeño soñar, el la despertó con besos detrás de la oreja.

- ¿Qué hora es?
- Nueve y treinta de la noche.
- ¡Es tarde!, debo irme ... ¿comprendes, verdad?
- Él te llamará ...
- Sí, debo de estar en casa, pronto.

El aún no asimilaba esos imprevistos cambios en el estado de ánimo de ella. Ella no se acostumbraba a tener cargos de conciencia, impropios en una prometida de casi veinte febreros, próxima al altar, que llega temprano a casa para que papá y mamá no se preocupen, y espera la celadora llamada del novio, para desearle las buenas noches, quizá.

- Adios, Amor ...
- No me llames así.
- ¿Por qué?
- Simplemente, no me llames así ... por favor.

Y ella se perdió, descendiendo las escaleras, amparada en las sombras, cruzando el parque con improbable luz artificial, dejando impregnado en aquél sillón de cuero, para siempre, su perfume de niña mujer.

Joan Manuel Serrat - Poco antes de que den las diez

13.7.08

Al que anduvo en el mar ...



¡Oh, no eres tú mi cantar!

¡No puedo cantar, ni quiero
a ese Jesús del madero,
sino al que anduvo en el mar!

La saeta - Antonio Machado



Ese intrincado mapa de señales confusas que es la vida, lo condujo hasta aquella caleta de serenos pescadores, que esperan con paciencia echar sus redes al mar azul metálico, en busca del alimento diario.

- ¿Que buscas, forastero? - le preguntó al recién llegado el más viejo de los lobos de mar.
- Busco alimento para mi alma -

El viejo pescador miró los ojos del forastero, y se sorprendió al ver en sus pupilas cubiertas con un tono gris, como el smog de ciudades ajenas a ese paisaje.

- Vé hacía el final de la caleta, encontrarás un viejo bote, allí vive quien puede ayudarte -

Luego de andar doscientos pasos en direccion sur, llegó al bote señalado. No fué necesario llamar, ya lo esperaba aquél pescador de hombres, con la mirada serena y la barba cubierta de sal.

- Todos los caminos no conducen a Roma - le dijo el forastero.
- Los verdaderos caminos están en tu interior -
- ¿Puede quitarme el gris de los ojos?-
- ¿Puedes perdonarte a tí mismo? -
- No lo sé ... ahora nó -

El pescador barbado sonrió, pronunció el nombre del forastero, y juntos se hicieron a la mar.


Camarón, Tomatito & Serrat - La Saeta

18.6.08

Mi tibio rincón ...


... Y allí, en la arena,
entre los dos nació este poema,
este pobre poema de amor
para ti.
Joan Manuel Serrat, Poema de amor





Su rostro se turbó de imaginar el sabor a sal en la piel de la muchacha que le confiaba sus más secretos sueños mientras le tomaba de la mano, contemplándolo diáfana, casi filial. Algunos meses habían pasado desde que ambos se toparon bajo una fría garúa de junio de sábado corto, cuando él leía cuentos al azar, sentado en un banco de caoba, en medio de aquellos olivares coloniales, quizá el último refugio de la burguesía cultural en medio de la ciudad gris. -"Es extraño encontrar esas páginas calladas por aquí, ya no se estila" - le dijo ella, a las seis de la tarde, hace doce semanas.

Él lo recordaba con precisión, ya que desde ese día, la muchacha se había transformado en su secreta melodía, su laguna azul, su refugio de marfil, su dulce savia y su corazón en isla melanésica donde poder asilar su ser, siempre y cuando burle los vientos huracanados y llegue, para ofrendarle mullu, hasta las playas de su sentir esquivo, para luego besarla en el alma. Pero ahora, en ese instante, ella seguía - para su decepción - presa en ese sueño inconcluso, obsesivo. Con la paciencia al límite, la encaró, soltándole la mano:

- ¡Quizá no lo soñaste!, no lo sé ... ¡quizás voltearás por fin para mirarlo, y te darás cuenta que siempre había sido el viento!, y esas palabras sólo eran un eco de volar de albatros ¿Qué harás entonces, niña mía? -

- Seguiré soñando, aunque cuando despierte solo quede arena entre mis dedos -

Joan Manuel Serrat - Poema de Amor