
Quizás mañana o pasado
o bien, en un tiempo más,
la historia que han escuchado
de nuevo sucederá.
Es Chile un país tan largo,
mil cosas pueden pasar
si es que no nos preparamos
resueltos para luchar.
Tenemos razones puras,
tenemos por qué pelear.
Tenemos las manos duras,
tenemos con qué ganar.
Canción Final - Quilapayún
Hace un siglo una tragedia golpeó a la clase obrera boliviana, chilena y peruana: la masacre de Santa María de Iquique, donde murieron entre 2 y 5 mil personas: hombres, mujeres y niños.
A pesar que los obreros chilenos y bolivianos podían abandonar el sitiado Iquique, y así salvarse de una muerte segura a manos de Ejército Chileno, prefirieron correr la misma infausta suerte de sus hermanos sureños, a pesar de las frescas cicatrices de una fraticida guerra ocurrida 3 décadas atrás entre esos tres países.
Ellos comprendieron que esas guerras del pasado no fueron ocasionadas por el pueblo chileno, sino por los mismos verdugos que días después aplastaron su huelga a sangre y fuego, sin miramientos ni distinciones de nacionalidad.
Un siglo después, otra tragedia enluta al hermano chileno, junto al migrante peruano y boliviano en este terrible terremoto que ya lleva algunos centenares de víctimas. ¿Cuántos de ellos son migrantes ilegales, que pasarán como NN? Difícil saberlo.
Desde aquí un abrazo fraterno y solidario al Chile de Violeta Parra, Quilapayún, Inti Illimani, Jaivas, Víctor Jara, Violeta Parra, Neruda, Bolaño, Mistral, Enríquez, Allende, Recabarren, Teitelboim, etc. Además de tantos amigos a la distancia que me enseñaron a estimar a un país que ya no miro con odio, quizá aprendiendo de los bravos obreros de Santa María de Iquique, a distinguir quién es mi hermano y quién mi enemigo.
o bien, en un tiempo más,
la historia que han escuchado
de nuevo sucederá.
Es Chile un país tan largo,
mil cosas pueden pasar
si es que no nos preparamos
resueltos para luchar.
Tenemos razones puras,
tenemos por qué pelear.
Tenemos las manos duras,
tenemos con qué ganar.
Canción Final - Quilapayún
Hace un siglo una tragedia golpeó a la clase obrera boliviana, chilena y peruana: la masacre de Santa María de Iquique, donde murieron entre 2 y 5 mil personas: hombres, mujeres y niños.
A pesar que los obreros chilenos y bolivianos podían abandonar el sitiado Iquique, y así salvarse de una muerte segura a manos de Ejército Chileno, prefirieron correr la misma infausta suerte de sus hermanos sureños, a pesar de las frescas cicatrices de una fraticida guerra ocurrida 3 décadas atrás entre esos tres países.
Ellos comprendieron que esas guerras del pasado no fueron ocasionadas por el pueblo chileno, sino por los mismos verdugos que días después aplastaron su huelga a sangre y fuego, sin miramientos ni distinciones de nacionalidad.
Un siglo después, otra tragedia enluta al hermano chileno, junto al migrante peruano y boliviano en este terrible terremoto que ya lleva algunos centenares de víctimas. ¿Cuántos de ellos son migrantes ilegales, que pasarán como NN? Difícil saberlo.
Desde aquí un abrazo fraterno y solidario al Chile de Violeta Parra, Quilapayún, Inti Illimani, Jaivas, Víctor Jara, Violeta Parra, Neruda, Bolaño, Mistral, Enríquez, Allende, Recabarren, Teitelboim, etc. Además de tantos amigos a la distancia que me enseñaron a estimar a un país que ya no miro con odio, quizá aprendiendo de los bravos obreros de Santa María de Iquique, a distinguir quién es mi hermano y quién mi enemigo.