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21.7.12

Vil Stein o la Impunidad

No confudir a Vil Stein con Villa Stein, éste último al ser un personaje real es mas siniestro.
No confundir a Vil Stein con Villa Stein (en la foto). Este es mas siniestro.

Al nacer Vil Stein, la matrona, en vez de darle nalgadas, le aplicó dos lapos en la mollera, para felicidad del infante. Así, desde su mismo nacimiento, este impresentable y tremendo Juez se acostumbró al castigo, la matonería y el servilismo como forma de vida.


No le fue mal a Vil Stein en su carrera tinterilla, aprobando con honores cursos elementales como Ley del Talión I, Vendetta Camorrera II, Introducción al Derecho de la Impunidad, y otras materias de vanguardia en toda Universidad de Marca Perú que se respete. Ese ahínco en los cursos le sería de gran provecho en el futuro.

Viviendo agazapado debajo de un expediente  casi una década, en ese lupanar del Fujimorismo regentado por Ródriguez Medrano, llamado Palacio de Justicia, Vil Stein saltó a la fama mediática cuando, en pleno proceso anticorrupción que increiblemente ocurrió en estas tierras, opinó que los Vladivideos no eran pruebas válidas y que los juicios al fujimontesinismo era “persecución política”.

Ante tales muestras de servilismo rastrero al poder mafioso, años depués Vil Stein fue premiado con la Presidencia del Poder Judicial, donde demostró una ineptitud encomiable, aderezada con simulacros de bronca con el truhán de ego colosal y guiños a esas combis de la cleptocracia llamados Partidos Políticos para tentar una aventura electoral, confiado en conseguir votos de los tetudos que se creen lo que Correo o La Razón esputan.

Basado en su amplia experiencia como experto en Derecho Penal Kafkiano, con posgrado en las Universidades de Azángaro y Gran Caimán, Vil Stein entronado ahora en un inododo de la Corte Suprema, se ha envalentonado ante un Poder Judicial presidido por un San Martín cogido de las criadillas desde que salió a la luz sus vínculos con el banco del Señor Romero, Vil Stein ha osado reducir las pena y crímenes a esa gangrena andante de la decencia apellidado Fujimori, en un hecho solo admisible en la Fiesta del Chivo, el Haití de los Duvallier, la Nicaragua de Somoza.  Además ha exculpado y declarado prescritos los "delitos comunes" de esa jauría de asesinos con uniforme que conformaban el Grupo Colina, primos hermanos en genocidio y terrorismo de Sendero Luminoso. 

Si los que testificaron o mandaron a la cárcel a estos sicarios mañana aparecen muertos, trozados como filete, quemados como bonzo, seguro Vil Stein dirá que fue un caso de suicidio masivo.

BONUS: 

Señora de ojos vendados
que estás en los tribunales
sin ver a los abogados,
baja de tus pedestales.
Quítate la venda y mira
cuánta mentira.
Malena Walsh


24.4.09

Cantando al sol

Tantas veces me mataron,
tantas veces me morí,
sin embargo estoy aquí
resucitando.

María Elena Walsh - Como la cigarra


Princesa de cristal, prisionera de tus propios dragones, que te han confinado a una prisión de paredes de vidrio, sin oxígeno.

No te condenes a morir lentamente,en ayuno perpetuo.

En otros tiempos, poseías hermosas alas de plumas azules, con ellas volabas los cielos de la ciudad gris, sin ser vista por simples mortales que olvidaron mirar el navegar de las nubes.

Para pasar desapercibida en este mundo, actuabas en obras infantiles: unas veces eras princesa (princesa dos veces), otras era un hada: entonces preferías usar tus alas verdaderas en vez de las de utilería. Nadie lo notaba.

Pero, en el fondo, languidecías sin aire, sin sueños.

Hoy, sientes que no puedes más, tus huesos se quiebran en astillas, tu estómago te devora, tus plumas se desvanecen.

Pero recuerda los días en que lucías tus alas, jugabas con cristales de mar junto a tu perro fiel.

Solamente tú puedes derrotar a esos dragones, liberarte de esa prisión de vidrio, curar tus heridas en el alma, volar de nuevo por ese cielo gris, llenar los teatros con niños sorprendidos por la belleza de tus alas.

Si necesitas ayuda, sabes que puedes contar con la hada del bosque. Ella cruzará sin descanso una y otra vez, el inmenso charco que separa su mundo de esa ciudad del desorden.

Y sonreirás de nuevo, renacerás, cantando al sol... como la cigarra.

Mercedes Sosa - Como la cigarra