6.9.08

Haces crecer la yerba de los prados ...

Déjam e q u e b e s e t u v o z
Tu voz
QUE CANTA EN TODAS LAS RAMAS DE LA MAÑANA
Carlos Oquendo de Amat- Poema



Era una mujer silvestre, que habitaba en un viejo olivar colonial y cubría su desnudez con helechos mientras retozaba en hojas de hierba humedecida por la más terrible garúa que esa ciudad gris registre en sus anales infames.

Tenía los cabellos largos, que adornaban su talle y cubrían su sexo, el pudor y la lascivia habitaban en su piel nivea con sutíl armonía. Su mirada era triste, como recordando un futuro adios.

Su voz era tan bella que los pájaros imitaron su trinar, y en agradecimiento, éstos le construyeron un nido con sus provisiones para el invierno, como perfecto asilo. Hasta allí acudía un ermitaño, para disertar en esperanto sobre días y flores. El vivía en una vieja casona cercana al olivar, quedándose prendado desde el primer día en que la vió. Por la tarde, al caer el pálido sol invernal, le ofrecía abrigo, poemas de otros y la mitad de de su corazón, ella solamente le aceptaba café.

Ella era tan real como la indefectible muerte que algún día llegará; otras veces era tan solo una aparición en cristal líquido.

Susana Baca - Poema

Poema

2 comentarios:

Silvia_D dijo...

Preciosas tus letras , la imagen, la música, todo :) felicidades, hermoso post, nada gris...

Besos de colores

Anónimo dijo...

Que palabras tan bien puestas, me encantó