12.9.08

Sale en busca del invierno


El Hombre del otro Día

Un día se encontró un perro herido
lo abrazó y le dijo amigo
le dio sombra y un recuerdo
y todo lo ke había perdido
Daniel F - El hombre del otro día






Se adelantó al despertar del alba, como lo venía haciendo desde los idos de marzo, cuando escogió ese cuarto de barro como refugio durante una cotidiana tempestad.

Así había sido siempre la vida de éste hombre, nacido durante un día con luna creciente, de septiembre, marcado por bombas, aviones y muerte. Quizá por esa razón, su vida transcurrió entre sobresaltos, vueltas de tuerca tanática, virajes inesperado que a veces suponían adioses intempestivos, nuevas identidades, reinvenciones apuradas.

En la esquina de la habitación, dormían apaciblemente dos perros, dentro de una casa de cedro que él mismo había tallado. Esos nobles animales eran los únicos seres en la tierra que podían ver en ese hombre vestigios de humanidad perdida a fuerza de golpes secos contra la realidad.

El hombre llevaba ya ciento veinte días con su nueva identidad: era esta vez un pastor de ovejas que ocultaba sus heridas de guerra con una espesa barba gris, a pesar de no llegar a los treinta años. Aunque había preferido mantenerse como ermitaño, no podía evitar conversar con los vecinos labriegos, hablarles de la calidad de las semillas, el mejor tiempo para usar la buena tierra, o simplemente contarles historias fanstásticas de zafras en países perdidos en la búsqueda del futuro.

Pero eran más las veces en que se perdía por las callejuelas de su memoria, siempre evocando a una mujer, aunque a fuerza de sentir espectros en su piel, no sabía bien que recordaba, al final, todos sus recuerdos de amores perdidos se habían fusionado hasta formar una imagen de mil rostros y aromas, sean de gardenias, capulí o flores marchitas.

Esa madrugada, había despertado de un sueño maravilloso, y se dió cuenta que la muchacha con la cual soñaba desde hace ciento veinte días, que le ocasionaba sentimientos agradables al pensarla, escucharla, imaginarla; y que creía tan sólo una creación con retazos de recuerdos, era en verdad otra mujer: un espíritu, un cuerpo y un corazón nuevo, esperando por él.

Por esa razón, emocionado tomó a sus perros, cerró su refugio y partió, antes que llegue el alba, en busca de un sueño con forma y aroma de mujer celestial, desapareciendo en la densa neblina caprichosa del azar.

El Hombre del Otro Día - Leuzemia

2 comentarios:

i r i s e s dijo...

¿Y quién es esa mujer por la que esperó 120 días?

Silvia_D dijo...

Cuanto sentimiento en estas letras.

Preciosa canción :)

El que canta eres tu?

Besosss