Basta el buen sentido

Recojo el hielo a la deriva
de los polos congelados.
Luego, con buena voluntad
y mucha miel haré un helado.

Silvio Rodríguez - No hacen falta alas

Luego de dejarla en la estación de bus, y despedirla con un beso fugaz en la mejilla, el hombre del otro día se prometió conseguir todos los chocolates del universo, suspiros de limeña y besos de moza, para ayudar a la muchacha de las estrellas, en su lucha diaria contra la señora tristeza; aunque solo le bastaran sus manos y el empeño.

Solo minutos atrás, ambos estaban refugiados en el rincón menos concurrido del inmenso centro comercial, leyendo poemas de otros, escuchando cantos libres y el sabio envejecer de la voz del aprendiz de brujo, recordándoles los helados gigantes como premio, y que no hacen falta alas para alzar el vuelo.

Allí, en ese breve metro cuadrado ganado por el espíritu al consumo, él se había sorprendido al observar la neblina limeña transformada en fino rocío, refugiado en el cabello liso de la muchacha, al punto que parecían brillar, tenuemente, como los farolitos de los autos al marcharse de ese armatoste de acero y luces de neón.

Era tal la humedad de la ciudad gris, que sus habitantes respiraban agua, al punto de tener branquias debajo de las orejas, que saben ocultar con simple maquillaje.

Silvio Rodríguez - No hacen Falta alas