9.10.09

Pintado en los pullóveres de los muchachos





Por eso te llevo en mi cartera como un buen resguardo
o como la casera, estampita de un santo,
para que me proteja y me hale las orejas
si algún día malo me olvido del Che.

Frank Delgado – Con la adarga al brazo











Buscando en sus viejos cajones alguna prenda que lo abrigue en su frío destino, el hombre del otro día se encontró con una vieja camiseta con el rostro de Ernesto y, aquella mirada, mezcla de rabia y de dolor, se le clavó en el corazón, como hace 5 lustros, cuando lo encontró en una enciclopedia, rodeado de barbudos sucios, locos y felices.

Esa mirada invencible la tuvo Ernesto durante el sepelio de cubanos, muertos durante un sabotaje terrorista hechos por los mismos desgraciados de siempre. Quizá en ese momento contenía las lágrimas y así fue retratado para la posteridad.

Por ironías del destino, Ernesto corrió la misma suerte de millones de latinoamericanos por quienes tomó las armas: fue ajusticiado, sometido a escarnio y desaparecido.

Entonces, el hombre añoró su vida, años atrás, cuando lucía esa camiseta en su pecho, mientras se reunía clandestinamente con otros jóvenes en tiempos de dictadura, salía a las marchas llenando la plaza, o defendía la memoria de Ernesto, sea cuando lo llamaban asesino o bandido, sea cuando lo convertían en simple icono de moda plástica, en evidente panfleto de ideología amputada de crítica.

Ahora, que puede ser posmoderno, renegar de sus utopías, él aún quería ser como el Ché, que sus hijos sean como el Ché: sin importar la profesión que eligieran, se decidan a luchar por la libertad y la dignidad, a pesar de playas exclusivas, ríos con petróleo, salud privada, cardenales del Opus Dei, paramilitares y traidores a la patria con el pomposo título de Presidente Constitucional de la República.

- ¿Es mejor dar la vida por los ideales que dar la muerte? – pensó en voz alta.

Recordó acribillados versos de León Felipe, y dejó la camiseta durmiendo el descanso del guerrero, no era necesario llevarla, sabía que al Ché siempre lo tendrá en el corazón y en la memoria, con la adarga al brazo: ya era tiempo de partir hacía su futuro.


11 comentarios:

Anónimo dijo...

creo que es cómo con muchas cosas.......
no es necesario mostrar lo que se lleva en el corazón,sino actuar en consecuencia!

un abrazo y.........te extraño en mi casa!!!

Goliardo dijo...

Siempre habrá barricadas cotidianas donde tu querida presencia, Comandante, estará viva.
Hoy, esa imagen es sinónimo de rebeldía para muchos jóvenes, pero lamentablemente, muchas veces, de una rebeldía vacía, individualista y pueril. Es bueno, entonces, explicarle a los que no lo saben, quién era el hombre.
Un abrazo.

Angeles dijo...

Ayer vi la historia de esta foto del Che, yo soy de la ciudad donde se dice que nació, no se mucho de el, durante mucho tiempo fue el innombrable, prohibido, un día a la vuelta de mi casa apareció una placa donde decía que había nacido ahí, le hicieron un monumento y apareció en las remeras(camisetas)pullóveres, creo que nunca sabré su verdad, pero no creo que se imaginara que se convertiría en foto de camisetas.
Gracias por tu homenaje.
Besos:)

Claudy dijo...

Comandante! , aqui yacen tus pensamientos , más que una remera , mas que una boina , una imagen tuya , aqui yacen tus ideales , porque no es cuestión de rebeldia sin causa , lo nuestro es convicción..! no moriste , sigues luchando con nosotros! comandante! besos troba!

La chica pastel dijo...

si lo leo en voz alta, suena como un sueño que tal vez creo tener.
saldré a caminar, me has apetecido.
saludos, palabra de piel.

Acuarius dijo...

Hasta la Victoria...Siempre

SHE dijo...

aprovecho èste post para decirte que leo todo de tì sòlo que no sè si es mi maquina pero tu pagina se tarda hoooooras en abrir comentarios ,el de duerme negrita te quedo conmovedormente precioso Harry y este ni que decir.
Te quiero mucho amigo, cuidate y no me pierdo eh?

besos!

Cris dijo...

Me ha encantado eso de que lo importaqnte es llevar las creencias en el corazón, no en la camiseta.

Besos!

Alan Cipiran dijo...

¡Qué curioso! a mí me pasó lo mismo hace algún tiempo; encontré una camiseta con la consabida foto del “Che” (que aunque quisiera no me la podría poner por tener ahora como 10 kilos de más) pero le di un justo final… la destruí, la vejé, la ultrajé y finalmente fue quemada junto con mis estampitas de sufridos santos, adquiridas en todos los odiosos ritos católicos por los que pasé… fue un holocausto, una expiación. Estoy convencido que los verdaderos asesinos son los “-ismos” las más soberbias estupideces jamás inventadas…. ¿¿¿publicarás esto??? Me imagino que no, es evidente!!!

Anónimo dijo...

¿Y quién no ha tenido una prenda u objeto con la imagen del Che?

María Marta Bruno dijo...

Hay penas, penitas, penas... que a veces nos trasladan.

Mi tristeza por la Negra no hizo que me olvidara del Che, hice mi recordatorio en una red social, pero no en el blog.

Pero más allá de pulóveres o estampas, el Che está marcado a fuego en nuestros espíritus, que siguen levantando sus banderas.

Nuestro guerrillero heroico, de todos nosotros:
¡Hasta la victoria siempre, libertad o muerte!