30.9.08

Y amarramos los sueños


Cuando miro los rostros
tras el vidrio empañado
sin saber quienes son,
donde van: pienso en tí




Era duro despertar antes del alba, rearmar extremidades entumecidas, levantarse de un tirón y ducharse con agua hirviente, para contrarrestar el frío, producto de la eterna neblina de aquella ciudad del caos.

Luego de un desayuno frugal, partió a esperar esas camionetas rurales no aptas para transporte urbano, que un día cualquiera aparecieron en aquella ciudad, para multiplicarse como plaga de langostas y establecer una dictadura del claxon, la palabra soez, apilando gente dentro de ellas , como si fueran sardinas enlatadas, con agua y sal.

En esa lata de sardinas humanas, se pasaba dos horas seguidas, con la mirada puesta en la ventana, como queriendo sentir la garúa invernal, pegando sus oidos a canciones de otros tiempos, donde todo era menos oscuro, más comprometido, y los cantantes no cantaban por cantar, ni mucho menos por tener buena voz.

Esas melodías le permitían hacer más llevadero ese largo viaje a tierras cálidas, a comprender esas miles de caras que veía andar, desconcertadas por saber que cada día son dueños de cada vez menos y que el pan cuesta cada vez mas.

Pero lo que apreciaba en realidad de esas trovadurías, eran los recuerdos del ayer y del mañana que se escondían en cada frase. Recuerdos de mujer de pasado y futuro, compañera en el ayer y en el mañana, siempre incierto y maravilloso.

No podía precisar si ella era la poesía encarnada, o simplemente Un haz de luz , de estrellas lejanas que irradian energía tal para que él, eterno solitario, pueda ponerse de pie, día a día, noche a noche, amarrando los sueños, sin temer a la precaria muerte acechante.

Victor Jara- Cuando voy al trabajo.

6 comentarios:

Carlos Augusto Pereyra Martínez dijo...

Un texto para el recuerdo y la nostalgia. Pedazos de momentos. Instantes que quedan en la memoria como una fotografia que no se destiñe con el tiempo. Jara, siempre vivo.

Saludos, hermano. gRATO ESTAR EN TU BLOG

ArCaNo dijo...

Vivir -¿me oyes?- vivir un día nuevo
en el que la vergüenza no nos astille el ojo
como cuando se enteran nuestros hijos
de esta paternal orfandad de dos monedas.

Buen blog, felicitaciones..

Ericarol dijo...

Me encanto el texto y la foto.

A ver, cuentame como es en Perú?

Un beso!!!

Ericarol

Chio dijo...

La cotideaneidad puede ser tan compleja si en cada paso y espacio vemos el rostro anhelado.

Saludos.

Anónimo dijo...

Y cada día tiene ese algo que lo hace distinto...

Silvia_D dijo...

El día a día y sus sonidos...

Besos!!